El Departamento Ejecutivo envió al Concejo Deliberante de Hurlingham el proyecto de nuevo Código de Ordenamiento Urbano que diseñó el Municipio y que pretende nuevas modificaciones al sancionado en 2019 en áreas industriales, comerciales y residenciales.
El jefe comunal Damián Selci ya había anticipado la decisión
a través de una publicación desde sus redes sociales.
Allí definió como ejes centrales de su proyecto “fronteras
industriales, respeto por la identidad de los barrios y el desarrollo de nuevos
centros comerciales”, tres componentes al menos discutibles que marcan los
cambios en las áreas céntricas y que no fueron contemplados hasta aquí en una
modificación de las condiciones de habitabilidad ya alteradas y sobre las que
no existe posibilidad alguna de marcha atrás.
Sin preguntas que incomoden, Selci se mostró a sus anchas en
sus posteos y definió al COU como “la herramienta que normativiza y permite
desarrollar y planificar el crecimiento de una ciudad en el largo plazo”. Y
reiteró la idea que tiene del distrito que gobierna al sostener la búsqueda de
“una ciudad pujante cuidando su esencia”.
Al amparo de un presunto desarrollo y crecimiento,
Hurlingham vio sensiblemente afectada esa esencia que hoy Selci manifiesta
querer preservar. No sólo en los principales corredores, como la avenida Roca,
sino también los cercanos o vecinos, como el casco histórico de la localidad
cabecera cuya identidad es cotidianamente modificada y su esencia ya que es
casi asunto del pasado.
El COU, creado bajo el gobierno de Juan Zabaleta en 2019,
contó entonces con un trabajo previo de aproximadamente un año. Y ya sufrió modificaciones
cuando a fines de 2024, y también a instancias del oficialismo, se aprobaron
vías de excepción para desarrollos inmobiliarios en el Hurlingham Club, Cinco
Esquinas y la avenida Vergara, entre otras zonas.
Aquella modificación contó con el beneplácito y apoyo no
sólo del bloque oficialista sino también de la oposición, en donde sólo el
concejal Julio Medina votó negativamente.
Tanto aquellas modificaciones como este nuevo proyecto no
contemplan las condiciones en prestación de servicios, de transporte,
educación, salud y municipales. Tampoco las problemas de un tránsito ya colapsado así como tampoco la
infraestructura urbana que acompañará ese “desarrollo” que mencionan las
autoridades municipales.
Del mismo modo, sin datos o estadísticas que lo confirmen,
Selci indica que el déficit habitacional lleva a que las nuevas generaciones de
hurlinguenses deban marcharse del distrito para buscar vivir. Un fenómeno
multicausal, en todo caso, en donde la economía, la inseguridad que se vive en
el distrito y elecciones personales juegan un rol que incide en él.
Una buena manera de determinar si esa razón que se invoca es
cierta sería conocer cuántos de quienes habitan hoy los múltiples desarrollos
inmobiliarios de Hurlingham son o fueron vecinos del distrito.
Entre sus fundamentos, el nuevo COU propone edificaciones con un máximo 25 metros de altura, para “consolidar un frente urbano continuo, con identidad morfológica y espacial, donde las alturas edilicias y densidades se regulan evitando efectos negativos”. Y señala que busca así promover “la calidad ambiental, el asoleamiento, la ventilación y la caminabilidad”, condiciones históricamente características de Hurlingham y que fueron irreversiblemente modificadas en el presente, todo para “un crecimiento armonioso” que dista de la imagen actual del desarrollo de Hurlingham.

